Instructivo infame para armar una calumnia y echarla a rodar
Leonardo Gutiérrez Berdejo
El vocablo calumnia, deriva del latín: calumnia-ae (decir, levantar) que, según la Real Academia de la lengua, significa una acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño. De acuerdo a María Moliner, significa imputación o acusación grave y falsa hecha contra alguien.
Otros significados nos llevan a las expresiones: desacreditar, desprestigiar, deshonrar, manchar, humillar, difamar a otro sujeto. Es una falta de respeto o consideración cometida contra alguien respetable; es falacia, falsedad, impostura. Se relaciona con la persona deslenguada, el impostor, el lenguaraz, el maldiciente, el chisme y la deshonra, Estas dos últimas apreciaciones, desde la visión semánticas, podría afirmarse, equivalen a un grado alto de depresiones maníacas en las que el autor se encuentra o cree encontrarse en una situación de omnipotencia absoluta por el dominio que tiene sobre el chisme o el acto deshonroso que causa a una víctima previamente seleccionada.
De la calumnia no escapa nadie: profesores, políticos, escritores, deportistas, actores, gobernantes, jueces, académicos, gentes comunes y corrientes, amas de casa. maridos, escritores, artistas, etc., etc., han sido en alguno momento víctima de una perversa acusación.
En el marco de la ley penal de varios países se castiga la calumnia. Es un delito perseguible, a instancia de parte y en países en donde, naturalmente, la justicia, no cojea, los jueces no sufren de estrechez en la vista ni del mal de las manos anchas y, de algún modo, llega. Sin embargo, esta normatividad con el paso de los días se está cambiando.
La calumnia es cercana a la mentira, al engaño, a la hipocresía y a toda clase maledicencias y ataca a la verdad, el honor, a la justicia y al respeto que merecen otros. Pero, hay diferencias, veámoslas: La calumnia es acusación falsa hecha con el propósito de causar daño; la maledicencia es la acción o hábito de hablar en perjuicio de alguien denigrándolo; el chisme, por su parte, se define como una noticia verdadera o falsa con que se murmura y con la que se pretende o se pretende difamar a una persona o a una institución, y, la envidia es esa tristeza causada en una persona proveniente del bienestar de otro. Anotan algunos que la envidia es “avinagrarse porque alguien la está pasando mejor que uno, lo que sea que esto signifique: más dinero, fama, talento, etc”.
Para una mejor comprensión, ejemplifiquemos este asunto y recordemos la historia de Cleopatra, quien fue víctima de una corte de envidiosos que no resistieron que en una mujer se conjugaran belleza, ingenio, audacia y sagacidad, y la calumniaron afirmando que era una auténtica meretriz que supo cautivar a Cesar y lo quiso envenenar. La historia, como todos sabemos, ha demostrado todo lo contrario: que Cleopatra era una verdadera y gran estadista.
La historia de la Juana de Arco, la preciosa adolescente francesa de origen campesino que fue víctima de una de las peores calumnias de la historia sin que el rey a quien ella había hecho coronar se ocupara de salvarla: Recordemos que, durante la Guerra de los Cien Años, Francia no cayó ante los ingleses gracias a la inspiración y al liderazgo exitoso de Juana sobre el ejército francés, lo que permitió derrotar a los ingleses. Sin embargo, la Inquisición la procesó como bruja, hereje y por el delito de usar vestimentas masculinas, mancillando su nombre de injurias y quemándola viva en Ruán un 30 de mayo de 1431. En su afán por enlodar la reputación de Juana de Arco, los ingleses incluso llegaron a afirmar que la joven se vestía como hombre y era buen soldado porque tenía partes pudendas de hombre y mujer a la vez (hermafrodita).
En el transcurrir de la humanidad, se relatan muchos juicios que por su impacto cambiaron por completo la historia. Se recordarán los juicios que se le siguieron a Sócrates, Jesucristo, Jan Hus, Giordano Bruno, Galileo Galilei, Miguel Hidalgo y Costilla, Caso Dreyfus y Émile Zola, Oscar Wilde y el de Al Capone.
Según algunos especialistas, la calumnia se la representa como un vientecillo que se expande por todos lados procurando crear una “realidad”, falaz y engañosa, que produce un efecto seductor; pues tal vez activa aspectos infantiles e inocentes del que lo escucha y duda… hasta que, en un momento, finalmente, la acepta como un hecho cierto.
Desde la Mitología, la Calumnia se representa como las Furias, aquellas Deidades romanas -identificadas con las Erinias o Euménedis griegas – dispuestas a torturar a Inocencia (representada por el cordero y las ovejas blancas), castigando y vengando las transgresiones éticas. También se la figura como un basilisco que mata sin tocar, sólo con mirar; esta cualidad lo asemeja a la Medusa Gorgona, representación mitológica de la envidia (Pérez Rioja, 1962; Cirlot, 1982).
Desde la perspectiva psicológica, se le considera un instrumento sádico-masoquista que se asocia a la destrucción y a la desesperanza del “yo” en medio de las vivencias frustrantes a las que se enfrenta en su diario trasegar o por no lograr aquello a lo que aspira. Para el sádico la vida no tiene sentido, pero la alimenta infligiendo dolor y tortura a los demás en un acto de autodestrucción: destruyendo al otro, se destruye a sí mismo. En su historial podría encontrarse que en su niñez fue víctima de actos de crueldad y de sadismo que transmite o haciéndole a otros, a quienes selectivamente elige, de lo que fue víctima él.
Por no citar sino solo unos cuantos ejemplos, este caso se presenta a menudo en muchas personas en las que las circunstancias amorosas, la vida política, la cuestión empresarial o la propia ambición de querer poseer más, los conduce a practicar este acto desprovisto de toda consideración o piedad. Históricamente, la calumnia ha sido siempre el arma predilecta de los incapaces, desplazados y rezagados intelectuales, aunque también lo ha sido de quienes no pueden soportar el triunfo o el buen nombre de los demás, por mínimo que este sea. Hoy, gracias al auge de los medios de comunicación, es sumamente fácil levantar una calumnia y hacerla llegar, en un santiamén, a millones de personas, través de la prensa amarilla, las redes sociales y otros canales.
Dado que el campo de la política se ha convertido en el preferido por un número creciente de personas que no han logrado éxito alguno en sus profesiones o en sus actividades normales o en otro campo, y vienen utilizando este medio de la calumnia de manera desesperada y sin tener el más mínimo conocimiento sobre la misma esperando alcanzar algún éxito o beneficios con aquello de que algo queda de ella, en el menor tiempo, bueno es recordarle a todos ellos que, para acelerar estos logros y resultados, se requiere tener alguno tipo de conocimiento sobre el arte de calumniar.
El presente instructivo busca llenar este vacío existente y está destinado a los nóveles aspirantes a la política y a mayores degenerados por la vida pública, brindando algunos elementos mínimos para armar una buena calumnia y echarla a rodar son el menor escrúpulo con el objetivo de que contribuya a una incursión exitosa y alcanzar un buen provecho en cualquier disciplina o práctica. El siguiente instructivo destaca los pasos primordiales e insalvables, sin embargo, puede ser mejorado y/o ajustado a las conveniencias o circunstancias de cada quien. Los pasos a seguir son los siguientes:
Paso 1. El paso previo de toda buena calumnia es crearse un enemigo. Sin un buen enemigo no hay calumnia ni envidia posible. Imagine, por ejemplo, que hay alguien que es mejor que usted o que le está haciendo sombra (esto no tiene que ser necesariamente cierto) Escoja de manera preferente aquella persona que le arrebató la novia (o el novio, según el caso), el profesor que no lo pasó, al académico que lo superó, al amigo que hizo la paz con algún enemigo suyo o el que se atrevió a criticarlo a usted o a sus hijos por algo que usted o sus hijos hicieron o dejaron de hacer, etc. El motivo jamás importa, lo que realmente importa es la creación del enemigo.
Paso 2. Ponga su mente en blanco y elimine o ennegrezca su conciencia con cualquier acto de amistad o bondadoso. Enfóquese o centre bien todas sus energías en la envidia. ¡Anímela! Rechacé cualquier pensamiento negativo que enturbie su decisión de causar daño a aquel que le haga sombra. No se preocupe por aclarar absolutamente nada. El primer golpe, siempre será el mejor.
Paso 3. Alimente durante varios días su propósito. Fíjese en un “algo” que la persona o el enemigo seleccionado haya o no haya hecho o que tenga y de lo que usted carezca. Tampoco importa esto, lo importante es “crear” ese algo. No olvide que sin enemigo no hay calumnia, pero sin envidia, no habría motivo o soporte razonable. La envidia es la mejor aliada de la calumnia y es de paso el mejor soporte.
Paso 4. El tono de voz es muy importante. Practique hasta el cansancio hablar en dos tonos: uno, bien bajito, como sin intención alguna o como si no quisiera que le escucharan, y, otro, bien alto, con el claro propósito de que todos a su alrededor le oigan. El tono bajito le ayudara a comenzar la calumnia, el alto, defender su divulgación. Recuerde que la calumnia o la difamación ya no son un delito, que han sido despenalizadas las ofensas proferidas contra el buen nombre y la honra de los demás. Tenga cuidado al utilizar las redes sociales. Un hacker lo descubriría con facilidad.
Paso 5. Prepare el camino de la calumnia inventando o repitiendo mentiras y actuando con alguna intención premeditada y malsana. Recuerde que la envidia es el paso previo y el sustento moral de una buena calumnia, pero la mentira y el dolo son sus mejores aliados y le dan la fortaleza necesaria para perdurar, extenderse y correr como el viento.
Nota: Es posible armar una calumnia sin la envidia, pero carecería de la fuerza necesaria para subsistir. No tendría arraigo.
Paso 6. Dele vida a su propia organización de cualquier naturaleza y arme una buena historia a su alrededor. Propague, por ejemplo, que su organización o partido político, cofradía o apostolado viene siendo víctima y de persecución por defender la familia o los valores morales. Puede afirmar, también, de que es un perseguido político o de lo que sea. De no poder conformar este grupo, intégrese a una congregación religiosa, a una asociación de ex(s) o, al menos o a cualquier grupo ya existente y en el que esté arraigado o en el que sea fácil inculcar el sentimiento de culpa o de persecución. Mejor sería abonar el terreno sobre una falsa persecución que el de culpa. Este último puede desviar los buenos propósitos que se quieren alcanzar con la calumnia.
Paso 7. Acostúmbrese a escuchar y a repetir –sin cuestionar- los chismes que a diario se repiten en las reuniones semanales de su partido político, en la cofradía o en la congregación a la que pertenece. Se recomienda hacer preguntas, pero siempre en tono bajo. El chisme y la deshonra, son dos instrumentos eficaces que usted siempre debe tener a mano y emplear a menudo.
Paso 8. A estas alturas usted ya ha tenido que apropiarse de un sentimiento que haya calado fácilmente en algún grupo o entre la multitud. Por ejemplo; un sentimiento religioso, patrio, caritativo, devoto, deportivo, cabalístico, profesional, de defensa de los animales o de amor por la tierra. También puede ser de admiración de algún héroe lejano u olvidado. Nota: Procure acercarse a toda persona lenguaraz, maldiciente o difamadora o utilizar los medios a su alcance. Serán sus mejores aliados para sus chismes, burlas y/o mentiras previas. La idea es llamar la atención y crear un ambiente favorable y animado a su alrededor para cuando inicie a rodar la calumnia.
Paso 9. Haga ejercicios diarios de comportarse como una “persona adolorida” o perseguida o como si estuviera enfermo o cuidándose de algo o de alguien. Mejor sería si se las tira de perseguido o de enfermo. Esto le ayudará a crear una atmósfera apropiada a su alrededor para comenzar a rodar la calumnia. Si desea lograr una mayor efectividad, conjúguela las dos con el paso 6.
Paso 10. ¡Lance al aire su calumnia! No tenga temor, no se arrepienta de nada, lo que importa es su ego, su propósito. No fallará. Algo quedará.
Observación: cuando ya la calumnia esté rodando, ponga cara de ignorar de que la conoce y de asombrarse de las consecuencias. De ser posible, acérquese a la víctima y diga que lo siente mucho y califique lo ocurrido como una marranada. Por nada del mundo deje de ser su amigo. Sea un buen hipócrita; recuerde que el pobre tipo o tipa ya está acabado. Si llegan a descubrirlo, ofrezca disculpas, diga que fue una víctima de buena fe.
La efectividad de este instructivo está comprobada de muchas maneras, sin embargo, de llegar a fallarle, (resultado casi imposible de que ocurra ) lo mejor es que regrese a la profesión o actividad en la que fracasó, es posible que, con el tiempo, la práctica haga de usted un buen maestro. No obstante, me siento obligado a reproducir algunas citas célebres de gentes famosas que le advierten sobre lo peligroso que resulta la actividad calumniadora:
Salomón: “Mejor es vivir en el desierto o dormir con una gotera cayéndote en la cara en una noche lluviosa, que convivir con un chismoso”.
William Shakespeare: “Aunque seas tan casto como el hielo y tan puro como la nieve, no escaparás de la calumnia”.
Cicerón: “Nada se expande tan rápido como la calumnia, nada se lanza con más facilidad, nada se acoge con más presteza ni se difunde más ampliamente”.
Proverbio turco: “No hay montaña sin niebla ni hay hombre de mérito sin calumniadores”.
Plauto: Los que propagan el chisme y los que lo escuchan, todos ellos deberían ser colgados: los propagadores por la lengua, y los oyentes por las orejas;
Del saber popular: ¡Quien te adule diciéndote lo que no eres, no estés seguro que no te calumnie contando lo no que eres!
Un tirano: ¡Calumniad, calumniad, que algo queda!
Bogotá, Junio de 2017