La orquesta fantástica


La orquesta fantástica. Escritora de cuentos infantiles y relatos de General Pico, La Pampa, Argentina.

Estaba cansada y, sin ganas de levantarme, me dejaba estar en la modorra mañanera. El repiquetear de un tambor me alertó. Agitada por el escandaloso ruido corrí a la ventana. Del bosque de  araucarias venían ellos, riendo y jugando: Lucio, el venado, con el tambor; Samuel, el alegre perro vagabundo con el violín; la pequeña Lauchín con los palitos; el burro viejo resoplando el trombón; el astuto zorro, la trompeta. Se dirigían al pueblo tocando con inusual maestría: entonaban la Novena Sinfonía de Beethoven. Los pájaros quedaron asombrados; los patos de la laguna grande, paralizados; mientras el cerdo con gesto remolón les echaba una ojeada.

Contentos y felices, felices y contentos marchaban a la fiesta del pueblo. Repentinamente, el celoso puma con un puntero gigante los detuvo:
-¡Alto! ¡Ruidosos salvajes!, alteran el orden con semejante batahola. ¿A dónde creen que van?
El venado, director de la orquesta, con sus siete cuernos rojos lo paró en seco:
-¡Un momento, maese puma! ¿Cómo se le ocurre interrumpir la fantástica melodía del Maestro Beethoven?
El puma, presa de ira y sorprendido ante la avalancha de miradas enojosas, rugió su bronca mostrando afilados colmillos; levantó la pata delantera y pegó un zarpazo al aire. La banda sin temor elevó el sonido de sus instrumentos. El puma desconcertado por tamaña osadía mordió su tirria con tan mala suerte que se tragó los dientes. Humillado por el dolor, advirtió la indiferente mirada de los ejecutantes.
-¡Vamos muchachos!, no perdamos más tiempo, la fiesta está empezando -animó el venado.
Con la imponente Novena vibrando por entre el ramaje de los árboles, expandiéndose por el bosque, los arroyos, las nubes y cascadas, abriéndose camino por las veredas del pueblo, los músicos instaban a la gente a acompañarlos en la gloriosa algarabía.
Yo los vi desde mi ventana. Y también pude contemplar una estrella fugaz que, surcando el cielo, enrulándose como un pentagrama, derramó una cola de chispas doradas para anunciar la primavera.

Fin