5 puntos que dan credibilidad a un personaje
By Víctor J. Sanz 26 junio, 2017 6 Comments

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Uno de los pilares más importantes sobre los que se sustenta una historia de ficción es el personaje, los personajes. Aunque se disponga de una idea genial y de un planteamiento original y novedoso, una historia nunca podrá alcanzar su mejor versión si el diseño, presentación y arco evolutivo del personaje no están a la altura.
Para estar a la altura del mejor planteamiento y de la idea más original y novedosa, es preciso concebir personajes creíbles, de una credibilidad más allá de toda duda y, por qué no decirlo, de una credibilidad más allá de toda realidad plausible.
Aquí van los 5 puntos:
- Un objetivo. Es bueno para la credibilidad de un personaje que tenga un objetivo, un ideal, una meta, un sueño. ¿Qué persona no tiene al menos uno? Un personaje que carece de objetivos no conectará fácilmente con el lector. Por otra parte, hay que decir que hay muchos tipos de objetivos, incluso el de tener una vida «normal» puede ser un objetivo. Este suele ser el objetivo de personajes atormentados por un pasado o por unas circunstancias adversas que quieren revertir cuanto antes en su favor, lo que ya, de por sí, les aporta un punto de conexión con el lector.
- Rasgos positivos y rasgos negativos. Ninguna persona carece completamente de uno u otro tipo de rasgos, por lo tanto ningún personaje que carezca de rasgos positivos o negativos conectará del todo con el lector. Si existe alguien así, totalmente bueno o absolutamente malo, solo será para poder confirmar esta regla. Una persona (un personaje) caracterizado solo por rasgos negativos o positivos resulta, además de poco creíble, muy poco humano y muy poco interesante de seguir.
- Un dilema. Las dudas y los dilemas ofrecen la posibilidad al personaje de errar o acertar, pero sobre todo, de tomar una decisión. La vida es una sucesión de decisiones que vamos tomando y que tienen consecuencias sobre el futuro, tanto a corto como a largo plazo. Por lo que una narración será tanto mejor cuanto más y mejor simule esa sucesión de decisiones que el personaje deberá ir tomando ante los ojos del lector.
- Un pasado. No será muy creíble un personaje que acaba de llegar directamente de… la nada, del vacío. Otra cosa es que el lector no conozca ese pasado, pero del mismo modo que no existen las personas sin pasado, no deberían existir los personajes sin pasado. No es obligado que el autor dedique una extensión determinada de su obra a la exposición de ese pasado, no al menos de manera seguida o detallada, pero sí que ese pasado se trasluzca en el transcurso de las acciones y de los diálogos del personaje en cuestión.
- Un demonio interior. Aquellos personajes que luchan contra los demonios interiores resultan más cercanos (y por lo tanto más creíbles) para el lector, quien muy pronto alcanzará una comunión con él y, tal vez, con esos mismos demonios. Puede que el lector no haya sentido una y mil veces en carne propia el fracaso al intentar seguir un régimen de adelgazamiento, o intentar dejar de fumar, de beber o de consumir drogas exentas de impuestos, o de robar o de cometer delitos de sangre o, peor aun, de intentar gobernar…, pero es seguro que conoce a alguien que sí lo ha sentido y que sí ha luchado contra esos demonios. Llegados a ese punto, el personaje solo podrá parecerle real al lector, muy real. Igual que ideales y objetivos en la vida hay de muchas clases, demonios interiores también los hay de muchos tipos y tamaños. Sean estos cuales sean, lo importante es que supongan un conflicto interior que resulte increíblemente difícil de superar para el personaje.
Ya sabes, procura que tus personajes estén basados sobre características que les aporten credibilidad, porque es muy fácil centrarse en otros aspectos y descuidar este.
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