Reto de lectura para 2023

Reto de lectura 2023

Como todos los años en enero, y por séptimo año consecutivo, te proponemos nuestro reto de lectura anual. Un reto ambicioso: leer cincuenta libros al año.

Si te proponemos este reto es porque leer mucho y bien es básico para un escritor. Es una verdad a menudo olvidada que no se puede llegar a ser un buen escritor si no se es primero un buen lector. De modo que si aspiras a mejorar tu estilo, tu lenguaje, incluso tu ortografía, así como tus tramas, tus diálogos y tus personajes necesitas leer. Cuanto más mejor.

Si además tu régimen de lecturas es variado, como te recomendamos, no solo obtendrás los beneficios anteriores, sino que también te harás con esa visión de conjunto de la literatura y la creación literaria que un escritor necesita tener. Si, como decía Camilo José Cela, la literatura es una carrera en la que cada generación de escritores cede el testigo a los que vendrán después, necesitas conocer lo que hicieron los que corrieron antes que tú para poder tomar ese testigo y llevarlo adelante, hasta la siguiente generación de escritores.

Sobre el reto de lectura

La regla fundamental de este reto ya la conoces: leer cincuenta libros durante el año.

Hemos elegido esa cantidad porque un año tiene cincuenta y dos semanas, de modo que el ritmo de lectura es, más o menos, de un libro a la semana. Es un ritmo exigente, es cierto, pero asumible. Y nos parece un ritmo adecuado para un escritor, quien necesita tener esa visión de conjunto acerca de la producción literaria de todos los tiempos.

Acepta nuestro reto de lectura y valora, al final del año, cómo ha cambiado tu escritura, cómo ha cambiado tu concepto de la literatura, cuántas cosas nuevas has aprendido (también sobre el oficio de escritor) y cómo todo ello se ha visto reflejado en tus propias obras. Te aseguramos que el cambio será notorio.

Ahora bien, que te instemos a leer cincuenta libros no quiere decir que te instemos a leer rápido o mal, a que tu único objetivo sea la cantidad sobre la calidad o a que busques únicamente libros breves o de lectura fácil. En Sinjania apostamos por una lectura consciente. Una lectura capaz de extraer de la obra todo su significado, en la que el lector avanza por el texto reparando en la multitud de aspectos que el autor ha puesto en él voluntariamente, y además es capaz de enriquecer el texto con los frutos de su propia inventiva e imaginación.

De ese modo, con una lectura consciente, deberías leer cada uno de los libros que leas este año, sea cual sea su cantidad.

Porque siempre debería leerse por el placer que la lectura provoca, y como un medio de comprendernos mejor y de enteder el mundo que nos rodea. Lo importante de un libro es cómo ha logrado estimular a su lector para que reflexione sobre los temas evocados por el autor o de qué forma la experiencia estética ha podido modificar su percepción de sí mismo y de la realidad que le rodea.

Por supuesto, quizá alcanzar la cifra de cincuenta libros leídos en este 2023 que ahora estrenamos te parezca inalcanzable. Quizá tu media de lectura esté más cerca de los 10,2 libros al año, que fue la media en España para mayores de dieciocho años en 2021 (hemos sacado el dato de aquí, todavía no están disponibles los datos de 2022). Aun así te animamos a que lo intentes, pero si te parece que te va a resultar imposible o te va a causar frustración, simplemente rebaja la cifra, pero busca un incremento respecto a tu media de lectura de 2022. Busca el reto.

Por qué leer más

Ya hemos explicado el motivo que nos impulsa a lanzarte este reto año tras año (y a asumirlo nosotros mismos): no se puede ser un buen escritor sin ser un lector contumaz. Ciertamente, no hay nada peor que leer por obligación. Leer no nos hace especiales y hay muchas personas que encuentran placer o divertimento en otras actividades, lo cual es perfecto. Pero eso no vale para un escritor.

Incluso el conspicuo Stephen King lo dice: «Si no tienes tiempo para leer, tampoco tendrás el tiempo o las herramientas para escribir. Si quieres ser un escritor, debes hacer dos cosas por encima de todas las demás: leer mucho y escribir mucho».

Como ya hemos apuntado el libro es, además, una herramienta para descubrir el mundo. La lectura nos permite asomarnos a otras vidas, a otros tiempos y lugares (reales o no). Y ello nos da un mejor conocimiento de quiénes somos y de todo lo que rodea la experiencia humana.

Pero también es una herramienta de memoria: al lector adulto, la lectura le puede evocar experiencias vividas y ya idas. Es, además, memoria compartida, pues en los libros se atesora la historia de la humanidad, incluida esa historia silenciada, la que no entró en los anales.

Y en estos tiempos acelerados, vertiginosos, la lectura nos proporciona también un refugio, una pausa, la ocasión de hacer un paréntesis y cultivar un silencio en el que podamos escuchar nuestra voz interior, pero también la de los grandes autores. Y ese silencio poblado de voces puede contribuir a aportarnos cordura, momentos de reflexión y sosiego.

Las reglas

La regla básica ya la conoces: leer cincuenta libros en un año. Pueden ser cincuenta títulos que tú mismo elijas o puedes guiarte por las cincuenta propuestas que te hacemos más abajo.

Si te decantas por esto último, recuerda que el objetivo es leer más. Por lo tanto, no vale escoger un libro que cubra dos o más de las propuestas. Por ejemplo, podrías elegir una antología poética de Octavio Paz para cubrir la propuesta 1 (un libro de Octavio Paz, cuando se cumplen veinticinco años de su fallecimiento), la 4 (una antología poética) y la 24 (un libro de un autor que haya ganado el premio Nobel). Sin embargo, solo valdría para cubrir uno de los tres puntos.

Por otra parte, no tienes que seguir las propuestas en el orden que te damos. Eres libre de saltar de una a otra en función de tus apetencias.

Te damos también un consejo: evita centrarte únicamente en libros del género que escribes (que con toda probabilidad será tu género favorito). La lista que nosotros te proponemos apenas lo permite, pero si eres de los que prefiere elegir por ti mismo tus cincuenta lecturas para 2023 no caigas en esa tentación. Leyendo libros de otros géneros descubrirás que tu escritura se enriquece y tienes nuevas y mejores ideas para aplicar a tus propias obras.

¡Felices lecturas! Quizá el año que viene te animes a compartir la lista de los libros que has leído durante 2023 en el Día del Orgullo Lector.

El reto de lectura

  1. Un libro de Octavio Paz, cuando se cumplen veinticinco años de su fallecimiento.
  2. Un libro de un autor autopublicado.
  3. Los diarios de un escritor.
  4. Una antología poética.
  5. Un bildungsroman.
  6. Un libro de no ficción.
  7. Un libro publicado en 2022.
  8. Un libro publicado en 1922.
  9. Una novela que pertenezca a la corriente del neorrealismo italiano.
  10. Una novela escrita por un filósofo.
  11. Un clásico francés del siglo XIX.
  12. Un libro cuya acción transcurra en el desierto.
  13. Una tragedia griega.
  14. Una novela publicada de manera póstuma.
  15. Una novela epistolar.
  16. Una novela basada en hechos reales.
  17. Un libro de Ana María Matute.
  18. Un libro sobre creación literaria.
  19. Una antología de relatos.
  20. Un libro de nuestra lista de lecturas recomendadas.
  21. Un libro de un escritor nigeriano.
  22. Un libro de más de mil páginas.
  23. Una novela de terror.
  24. Un libro de un autor que haya ganado el premio Nobel.
  25. Un libro donde se use el narrador en segunda persona.
  26. Un libro del que se haya hecho una película.
  27. Un libro escrito antes de 1800.
  28. Un libro que transcurra durante el verano.
  29. Un libro narrado por un animal.
  30. Un libro de un autor del que nunca hayas leído nada antes.
  31. El libro favorito de tu madre.
  32. Un libro que lleve la palabra «reloj» en el título.
  33. Un libro que te gustó cuando te lo mandaron en clase de Literatura en el instituto.
  34. Un libro que tenga una sola palabra en el título.
  35. Un libro que tu escritor favorito haya recomendado.
  36. Una novela río.
  37. Un libro que elija alguien para ti (un familiar, un amigo, un compañero de trabajo…).
  38. Un libro que transcurra en los mares del Sur.
  39. Un libro narrado por un narrador testigo.
  40. Un libro publicado por una editorial independiente.
  41. Un libro que tenga como telón de fondo las guerras carlistas.
  42. Un libro cuyo protagonista sea vigilante de seguridad.
  43. Un libro de Natalia Ginzburg.
  44. Un libro cogido al azar en la biblioteca.
  45. Un libro publicado entre 1980 y 1989.
  46. La autobiografía de un personaje ilustre (no valen famosos de la tele).
  47. Un libro donde se use la técnica del contrapunto.
  48. Un libro publicado bajo pseudónimo.
  49. Un libro que haya sido galardonado con el Premio Nacional a la Mejor Traducción.
  50. Un libro de Yasunari Kawabata.

Por qué es mejor centrarse en el proceso que en el resultado para escribir una novela

Por qué es mejor centrarse en el proceso que en el resultado para escribir una novela

Cuando un escritor (o alguien que aspira a serlo) empieza a dar vueltas a la idea de una novela —su argumento, sus personajes, sus posibilidades narrativas…—, lo que anhela es escribir una gran novela. Una obra que conquiste a los lectores y que perdure en el tiempo, una obra que siga siendo relevante para los lectores del mañana. No hay un deseo más honroso.

Pero ese deseo es, al tiempo que ilusionante, perturbador. ¿Cómo se escribe una novela?, ¿puedo hacerlo yo?, ¿tengo las capacidades necesarias?, ¿son este argumento y estos personajes lo bastante buenos? Cuando el objetivo es ambicioso, las dudas son mayores y la presión que ponemos sobre nuestros hombros, también. Es fácil sucumbir a ella y, finalmente, abandonar.

Sin embargo, hay una manera de alcanzar cualquier meta que nos propongamos, por ambiciosa que sea, y convertir el proceso en algo gratificante. Justamente consiste en eso: en centrarse en el proceso y no en la meta.

Céntrate en el proceso

Marcarse objetivos es muy necesario, como saben los alumnos que ya han pasado por el Curso de Productividad para Escritores. Es el modo de tener una diana, un blanco, hacia el que dirigir las flechas de nuestros esfuerzos. Pero no es suficiente.

Lo verdaderamente importante es centrarse en el proceso.

Es necesario tener claro que todo resultado (es decir, todo objetivo cumplido) es resultado de un proceso, de una serie de acciones sostenidas en el tiempo que nos llevan hasta él. Es la ley de causa y efecto, que tan bien deberías conocer como escritor: no hay efecto sin causa.

Perder diez kilos (el resultado) es la consecuencia lógica de comer sano y hacer ejercicio regularmente (el proceso). Escribir una novela (el resultado) es la consecuencia lógica de pensar bien la obra y escribir habitualmente.

Si comes sano y haces ejercicio regularmente, tarde o temprano perderás peso. La pérdida de peso es la consecuencia de la alimentación saludable y el ejercicio. Si trabajas en tu novela con dedicación de manera habitual, más pronto o más tarde la finalizarás.

Ahora bien, el quid está en centrarse en el resultado (el objetivo) o centrarse en el proceso. Y parece que centrarse en el proceso da mejores resultados y aporta más felicidad. Vamos a ver por qué.

1. Centrarse en el proceso genera satisfacción inmediata

Un modo de acicatearnos para conseguir nuestros objetivos es pensar en cómo nos sentiremos cuando los consigamos. Imaginar, por ejemplo, lo bien que estaremos con diez kilos menos, sin que nos cueste subir las escaleras o sin que nos duelan las articulaciones por el sobrepeso, por no hablar de lo bien que nos sentará la ropa. O imaginar la enorme satisfacción de poner la última palabra en nuestra novela, de darla por concluida, de entregársela a un lector de confianza para recibir su opinión (y quizá sus elogios).

Esa técnica de visualización es útil y positiva, de verdad funciona. Pero el problema es que sabemos que esa satisfacción que nos proporcionará alcanzar la meta solo tendrá lugar más adelante. No será hoy cuando nos sintamos recompensados por nuestros esfuerzos, la recompensa queda aplazada.

Sin embargo, esto no sucede cuando te centras en el proceso, porque la recompensa tiene lugar en el mismo momento en que haces lo que tienes que hacer ese día (para alcanzar ese objetivo que todavía queda allá, en el futuro, algo distante).

Hoy puedes sentir la satisfacción de haber salido a correr y de haber hecho comidas donde primaban las verduras, las frutas y los alimentos saludables. Hoy puedes sentir la satisfacción de haberte sentado a escribir, concentrándote al cien por cien en la tarea, y haber culminado esa escena, ese diálogo, ese capítulo…

Cuando te enfocas en el proceso, obtienes una victoria cada vez que haces lo que tienes que hacer. Y eso es todos o casi todos los días. La satisfacción es inmediata y, diríamos, continua.

Así, en el trayecto desde donde estás ahora hasta donde quieres estar, acumulas una gran cantidad de pequeñas victorias. Y cada pequeña victoria cuenta como un éxito que te hará sentir bien contigo mismo, creando una sensación de logro, dándote confianza para seguir adelante y mostrándote el progreso que estás logrando.

2. Centrarse en el proceso crea círculos virtuosos

Esas pequeñas victorias cotidianas de las que acabamos de hablar, que te hacen sentirte bien contigo mismo, que de tan confianza y sensación de logro y progreso sirven además para alimentar círculos virtuosos.

Seguro que sabes lo que es un círculo vicioso, esas situaciones repetitivas y acumulativas que no conducen a un buen efecto. Por ejemplo, desayunar un donut y, ya que has empezado mal el día, comer una hamburguesa y, total ya, cenar una pizza. O no escribir durante dos o tres días, pensar que así la semana es ya insalvable y decidir que ya la semana próxima lo harás bien y escribirás a diario.

Es fácil caer en esas espirales y siempre tienen algo que ver en que no alcancemos nuestros objetivos. De hecho, saber que no hemos hecho lo que debíamos (o que hemos hecho lo que no debíamos) genera sentimientos de tristeza, estrés, frustración… Nos hace sentir mal.

Pero del mismo modo que hay círculos viciosos, hay círculos virtuosos. Cuando la sensación de estar haciéndolo bien, de estar haciendo lo que debemos, nos impulsa a no flaquear, a seguir adelante, a hacerlo bien un día más.

Por eso centrarse en el proceso, donde cada día es una pequeña victoria, genera esos círculos virtuosos.

Se ha demostrado que los sentimientos de felicidad, logro, orgullo, progreso y optimismo mejoran drásticamente nuestro desempeño. Progresar en metas significativas crea sentimientos de bienestar, aumenta el optimismo y crea una motivación increíble para seguir adelante. En su libro La felicidad como ventaja, el investigador Shawn Achor explica que nuestros cerebros están programados para rendir al máximo, no cuando son negativos o incluso neutrales, sino cuando son positivos. Cuando estamos felices, cuando nuestra mentalidad y estado de ánimo son positivos, somos más inteligentes, estamos más motivados y, por lo tanto, somos más exitosos: alcanzamos nuestras metas.

3. Centrarse en el proceso te impulsa a hacer lo que debes hacer

Si alguna vez has tenido un carrocho seguramente sabrás que establecer un sistema de recompensas es muy útil a la hora de educarlo. El perro hace lo correcto y recibe su premio. Premiar no es más que conseguir relacionar un estímulo positivo con una acción determinada. Y no solo funciona con cachorros, también lo hace con seres humanos.

Como ya hemos visto, esas pequeñas victorias diarias que conquistamos cuando nos centramos más en el proceso que en el resultado generan en nosotros sensaciones positivas: de logro, de satisfacción, de progreso, de orgullo… Y esas sensaciones son nuestro premio.

Como tendemos a buscar la gratificación, el premio, nos aplicaremos en hacer lo que la produce.

Cada vez que te enfocas en el proceso, te sientes bien contigo mismo: estás progresando, sientes una sensación de logro, tal vez incluso estés un poco orgulloso de ti mismo. Estos buenos sentimientos actúan como recompensa, lo que refuerza tu comportamiento: siempre querrás repetir la acción que te ha hecho sentir bien. Así que saldrás a correr un día más, encadenarás una tras otra tus sesiones de escritura. Y al hacerlo, no solo estarás obteniendo tu recompensa, también estarás avanzando hacia la consecución de tu objetivo.

Te sentirás bien cada día por lo que has hecho y, al final, cruzarás triunfante la línea de llegada. ¿No es maravilloso?

4. Centrarse en el proceso te permite concentrarte en lo que puedes controlar

Fingir que en el mundo no hay imprevistos, imponderables e incluso mala suerte no es inteligente. Epícteto decía «La felicidad y la libertad comienzan con una comprensión clara de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no».

Si te paras a pensarlo, te darás cuenta de que con frecuencia el resultado no está bajo nuestro control, pero el proceso sí suele estarlo.

No puedes saber con exactitud cuándo acabarás de escribir tu novela, no tienes control sobre ese punto. Pero sí puedes escribir todos los días una o dos horas, esa parte sí está bajo tu control.

No tienes control sobre cómo los lectores recibirán tu novela una vez la finalices (un miedo que a veces paraliza a algunos autores), pero sí puedes aplicarte en hacer tu trabajo lo mejor posible: pensar bien la obra, cuidar cada frase y cada palabra para escribir un texto hermoso, hacer una revisión concienzuda…

Lo bueno es que, si te centras en el proceso, si pones en juego cuanto eres cada día, es casi seguro que alcanzarás tu objetivo. Paradójicamente, la mejor manera de lograr un determinado resultado es olvidarse por completo de él y concentrarse por completo en el proceso.

5. Centrarse en el proceso hace que las cosas sean fáciles, simples y accionables

Centrarse en el resultado puede ser abrumador, lo que puede conducir a la inacción, a quedarse estancado o, directamente, a no comenzar. Escribir una novela les parece un reto inasumible a muchas personas: hay que realizar un gran esfuerzo durante un periodo de tiempo prolongado.

Pero centrarse en el proceso lo simplifica todo. Podemos dividir un gran objetivo en pasos manejables y simplemente enfocarnos, uno por uno, en dar esos pasos.

No pienses en los meses que tendrás que emplear para escribir tu novela, piensa en lo que vas a escribir hoy. Céntrate tan solo en tu sesión de trabajo de hoy.

John Steinbeck lo expresó así:

Cuando me enfrento a la desolada imposibilidad de escribir quinientas páginas, me invade una enfermiza sensación de fracaso y sé que nunca podré hacerlo. Entonces, poco a poco, escribo una página y después otra. El trabajo del día es todo lo que me permito contemplar.

En resumen

Ahora ya lo sabes: toda meta alcanzada es el resultado lógico de un proceso.

Cuando te centras en el proceso, tienes garantizada toda una serie de victorias cotidianas, lo que redundará en un sentimiento asiduo de progreso, optimismo, confianza y motivación. Y ese sentimiento te conducirá a desear hacer cada día lo que debes hacer. Es decir, estarás andando el camino hacia tus objetivos mientras disfrutas del trayecto.

¿Eres de los que se obsesionan con el objetivo?, ¿te ha conducido ello alguna vez a angustiarte e incluso a dar la batalla por perdida antes de pelearla? ¿Qué te parece la idea de centrarte en el proceso, de enfocarte cada día en hacer ese poco necesario? Hay tertulia en los comentarios.

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Cómo encontrar tiempo para escribir

Cómo encontrar tiempo para escribir

La falta de tiempo es uno de los males de nuestra época. Llevamos vidas exigentes, cuajadas de tareas y obligaciones; y, de nada sirve negarlo, a menudo nos dejamos entretener por actividades irrelevantes. Siendo así, quienes tienen el proyecto de escribir una novela o de desarrollar una carrera literaria se encuentran en la necesidad de encontrar tiempo para escribir.

Muchas personas dicen no encontrar el tiempo para trabajar con dedicación y constancia en sus obras. Cuando faltan horas en el día para atender a todas las obligaciones y a las necesarias devociones, ¿cómo darle un espacio también a la escritura? Máxime cuando la escritura, por ser una actividad intelectual, requiere periodos de trabajo extensos que faciliten la concentración, que permitan fijar la atención de manera sostenida en la tarea.

Como todavía estamos a principios de año, vamos a repasar algunas ideas que, esperamos, te ayuden a repensar tus rutinas y te faciliten el encontrar ese tiempo para escribir que siempre se muestra tan esquivo.

Necesitas tiempo de calidad

Sin embargo, es necesario que tengas en cuenta que el tiempo que necesitas para dedicar a la escritura debe ser tiempo de calidad y, en lo posible, agrupado en periodos extensos.

Escribir es una actividad muy exigente, que demanda concentración. Es preciso que puedas sumergirte en la tarea sin distracciones ni interrupciones, enfocándote en ella con cada fibra de tu ser. Solo así darás lo mejor de ti, porque fomentarás la autoexigencia y llevarás tus capacidades hasta el límite. Solo así crearás una obra que merezca la pena.

Trabajando concentrado es como llegarás a un mejor conocimiento del oficio de escritor, de sus herramientas y recursos, de cómo te gusta usarlos a ti y de tu propio proceso de escritura.

De las ventajas de escribir concentrado ya hemos hablado en otro artículo. Te invitamos a leerlo.

Por todo ello, el tiempo que necesitas para escribir no puede ser un tiempo fragmentado, veinte minutos aquí y media hora allá. Es necesario que reserves periodos de tiempo largos, que te permitan la necesaria concentración; programar sesiones de escritura extensas que posibiliten que esa concentración dé sus frutos.

Seguramente ahora estás pensando que acotar esos periodos de tiempo amplios para escribir no es posible para ti. Pero lo más probable es que no sea verdad.

Sí que tienes tiempo

Lo primero que debes tener claro es que sí que tienes tiempo para escribir. Pocas deben de ser las personas que de verdad tengan agendas tan apretadas que realmente no puedan liberar en su horario el tiempo necesario para trabajar en sus obras.

Tienes el tiempo, pero lo más probable es que necesites reorganizar tu agenda y modificar tu rutina. En definitiva, que necesites cambiar hábitos, algo que nunca resulta fácil porque, sencillamente, nuestro cerebro prefiere que no lo hagamos; ya sabes, por aquello de la zona de confort.

A nuestro cerebro no le gustan los cambios porque no sabe si esos cambios pueden suponer una amenaza. Por eso te disuade de que emprendas modificaciones en tu día a día, haciéndote creer que cualquier variación va a suponer demasiado esfuerzo y causar excesivos trastornos.

Para contrarrestar las añagazas de tu cerebro debes pensar fríamente, con honestidad y sin victimismos en los cambios que necesitas hacer para disponer de ese tiempo para escribir que ahora te falta.

Repasa tus hábitos y rutinas

De modo que siéntate con papel y bolígrafo y repasa tus horarios, todo lo que haces a lo largo del día (también los fines de semana) durante un par de meses. Si llevas una agenda te será sencillo —si no echa mano de tu memoria—: revisa qué tareas y actividades realizaste en el último mes y cuáles tienes previsto hacer en los próximos treinta días.

Al hacer este ejercicio es posible que te des cuenta de que tienes más tiempo del que pensabas. Tardes libres, mañanas vacías… Pero si no es así, busca esos tiempos muertos que quizá puedas aprovechar, comprueba si hay tareas que puedas agrupar o reorganizar para optimizar mejor tu tiempo; pregúntate si hay cosas que puedes dejar de hacer o que puedas delegar (no todo tiene que recaer sobre tus hombros).

Pero hemos dicho que el tiempo para escribir que necesitas debe ser de calidad, que no vale utilizar los huecos entre una actividad y otra para aprovechar a escribir un puñado de palabras. Escribir así impide justamente la concentración, porque tu cerebro no ha abandonado del todo la tarea anterior (es lo que se llama residuo de atención), al tiempo que ya está empezando a pensar en la que le ocupará a continuación.

Por tanto, al repasar tus hábitos y rutinas debes centrarte en despejar periodos de tiempo extensos que puedas dedicar a escribir. Es mejor agrupar tiempos muertos y reservarse sesiones de un par de horas dos o tres veces a la semana que sacar el cuaderno o el móvil para escribir unos cientos de palabras mientras aguardas en la cola del supermercado.

Controla tus malos hábitos y ladrones de tiempo

Si eres de los que dicen que no tienes tiempo para escribir, casi seguro que los malos hábitos de productividad (como la multitarea) y los ladrones de tiempo están haciendo de la suyas en tus jornadas.

No pasa nada, es algo muy habitual en nuestros tiempos, precisamente porque tendemos a la distracción en vez de a la concentración y porque hemos permitido que muchas tareas triviales ocupen nuestro día a día. Las redes sociales, las plataformas de series y películas, la televisión… ocupan nuestro tiempo sin aportarnos en realidad nada relevante.  

En España, el consumo televisivo es de casi cuatro horas al día por persona. A las redes sociales les dedicamos más de una hora y media. La suma de ambas cifras arroja un total de más de cinco horas que podrían ser rescatadas para escribir (y para leer, la otra gran tarea pendiente de muchos escritores noveles).

Seguramente tú no dediques tanto tiempo a la tele y las redes, pero es muy probable que dediques más del que piensas. Haz el siguiente ejercicio: suma durante una semana cada minuto que dediques a ver películas, series o tu concurso favorito y a wasapear o mirar Instagram o YouTube. Es más que probable que la cifra total te sorprenda. Y ahora piensa en si no podrías dedicar ese tiempo a escribir y lo que avanzarías en tu obra si así lo hicieses.

Renuncia

Claro que te encanta ver ese concurso, o las maratones de series de los sábados o ver vídeos de tus canales de YouTube favoritos (como el nuestro). Pero si de verdad quieres dedicar más tiempo a la escritura, si de verdad estás comprometido con la idea de encontrar tiempo para escribir es muy probable que tengas que renunciar a algo.

Casi seguro que las actividades a las que debas renunciar sean ocupaciones triviales, porque, como acabamos de ver, les dedicamos mucho tiempo. Pero quizá suceda que, en tu caso, tengas que elegir entre actividades que también te enriquecen y te nutren, como lo hace la escritura.

Si has hecho un repaso exhaustivo de tu agenda y has encontrado que en ella hay pocos huecos, y si has fiscalizado con atención tus malos hábitos y tus ladrones de tiempo para descubrir que no los tienes (¡enhorabuena!), entonces debes plantearte a qué puedes renunciar en favor de la escritura y si quieres hacerlo. Tal vez este sea el momento de decidir entre tus dos pasiones.

La escritura, por su exigencia, es una actividad que demanda tiempo, formación, concentración. A menudo no puede compatibilizarse con otras actividades que sean igualmente demandantes.

Quizá ha llegado el momento de preguntarte por tu compromiso con la escritura, por la relevancia y el peso que quieres que tenga en tu vida, de preguntarte si deseas de verdad escribir esa novela, desarrollar una carrera de escritor estable y próspera… Solo tú tienes la respuesta, pero cuando la halles, te toca actuar en consecuencia.

Adjudica un tiempo para la escritura en tus rutinas

En resumen, se trata de ser sincero contigo mismo y reflexionar sobre cómo de importante es la escritura para ti. Quizá no sea una actividad tan significativa y, en consecuencia, no estés dispuesto a hacer cambios en tu vida ni a renunciar a nada de lo que ahora ocupa tu tiempo.

Pero si, al pensar honestamente en la escritura, comprendes que deseas que tenga un lugar central en tu vida, entonces toca asumir cambios.

Elimina malos hábitos, desecha de tu día a día actividades triviales que, además, contribuyen a dispersarte y reorganiza tus rutinas para disponer de periodos extensos de tiempo de calidad durante los cuales puedas trabajar concentrado en tu obra. Tu escritura y tu ánimo te lo agradecerán.

¿Eres tú de los que no tiene tiempo para escribir?, ¿te has parado alguna vez a intentar localizar tus ladrones de tiempo y reorganizar tus rutinas?, ¿qué resultados obtuviste? Comparte tus ideas y tu experiencia en los comentarios.

Y si te interesa profundizar en tu escritura, quizá quieras unirte a nuestra comunidad de escritores. Aquí debajo tienes un formulario en el que dejar tu nombre y tu correo. Nosotros te haremos llegar todas las semanas a tu correo ideas que, esperamos, te inviten a reflexionar sobre tu proceso creativo para sacar de él las mejores obras.

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20 aforismos de Jorge Ortiz Robla

20 aforismos de Jorge Ortiz Robla

24 Abr 2022

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JUAN DOMINGO AGUILAR

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aforismosJorge Ortiz RoblapoesíaVersátiles

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20 aforismos de Jorge Ortiz Robla

Jorge Ortiz Robla es un poeta, aforista y restaurador de Bienes Culturales nacido en las Palmas de Gran Canaria el 23 de septiembre de 1980. Sus poemas aparecen en diversas antologías y en revistas como TuriaEstación PoesíaCuaderno Ático Eñe. Ha publicado los poemarios Restauro [Tratado de Conservación] (Editorial Zoográfico, 2021) Mapa Físico (Olé Libros, 2019), Cuerdas de tender (Editorial Juglar, 2019), Resiliencia (Lastura, 2019), El Lenguaje de la Luz / A linguagem da luz. Edición Bilingüe (Gato Bravo editora, Portugal 2018), DOMA (Lastura, 2018), La simetría de los insectos (Lastura, 3º Edición 2016), Presbicia (Baile del Sol, 2016), el cuento ilustrado ANIRAM (Lastura, 2017), el poemario infantil COCOLAGARTORTUGO [Bestiario Infantil] (Lastura, 2018) y el libro de adivinanzas ilustrado ¿Qué es lo que es? (Lastura, 2021) junto a su hija Candela. Ha recibido premios como el Premio de Poesía Pedro García Cabrera CajaCanarias 2021, el Premio en el I Certamen Nacional de Poesía Pintor José Lapasió o el Accésit en el III Certamen de Poesía Folias. Codirige la Revista Crátera de Crítica y Poesía Contemporánea Crátera Editores.

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Sabemos del tiempo cuando este comienza a escaparse por los espejos.

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El dolor sí ocupa lugar.

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Con el tiempo, la imaginación, se convierte en puro costumbrismo.

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El silencio es la luz de la memoria.

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Toda extinción se vuelve origen.

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A veces la ignorancia es la mejor medicina.

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La mentira es el opio del pueblo.

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Todo enterrador mantiene una relación estrictamente profesional con sus clientes.

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Cualquier ideología es el eco de mil voces.

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El cuerpo lampírido de las luciérnagas evoca a la luminaria de las noches aldeanas de nuestra infancia.

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Aquél que pregunta demasiado acaba por no entender nada.

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La máxima de un fotógrafo de platos combinados es que el espectador salive.

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Las formas de las nubes son pura ciencia ficción.

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La arena mantiene las huellas del tiempo. Tan solo la orilla conoce la sal de su secreto.

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El cuerpo frente al que te levantas, también puede ser un paisaje.

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Escribir es preguntarse y responderse al mismo tiempo.

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Gastamos media vida en construirnos, en la otra media todo es ocultar las grietas.

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Los que aman aprenden a reinventarse.

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Vivir es desconocer cada día un poco más.

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El aforismo no trata de encender una idea, lo importante es conseguir que arda.