PAISAJE A MEDIO CUERPO. ANTOLOGÍA DE POESÍA ERÓTICA DE GASPAR AGUILERA DÍAZ
Omar Roldán Rubio ©

Ha sido, lo es, un acierto —ejemplo que deberían tomar y ejercer los estados y las editoriales mexicanas—, el que la Secretaría de Cultura de Michoacán y Jitanjáfora Mºrelia Editores hayan decidido hacer una colección de poesía michoacana contemporánea, dentro de la cual aparece este compendio poético del maestro Gaspar Aguilera Díaz quien, aunque nació en Parral, Chihuahua, la mayor parte de su legado literario lo ha realizado en la ciudad de Morelia.
Hablar de esta antología significa para mí una gran responsabilidad, pero también una buena oportunidad para reflexionar sobre el trabajo poético —honda y ricamente erótico— de quien considero es, actualmente, uno de los mejores exponentes de la poesía mexicana.
EROS Y THANATOS.
¿Cómo iniciar un soliloquio sobre este Paisaje a Medio Cuerpo sin considerar que todo acto humano es, en esencia, juego erótico y pugna entre la vida y la muerte donde Eros intenta siempre superar a Thanatos?
El erotismo es una expresión cultural, es decir, una forma o varias por medio de las cuales todo pueblo manifiesta su sexualidad. El hecho erótico parte de un inconsciente colectivo concentrándose como ejercicio individual donde la imaginación y la evocación son elementos de suma importancia. Por lo tanto, el erotismo es inherente al hombre y va implícito en todo acto humano que intenta acceder a lo sublime: el amor.
Y es esa búsqueda del amor, a través de Eros, lo que mantiene en el hombre la firme convicción de vencer a la muerte, trasponerla, ir más allá de sí mismo, encararse con el Dios y desafiarlo reclamándole un lugar especial, no en Él sino junto a Él: misticismo profano que pretende la divinidad por el camino de la carne.
El dogma cristiano occidental ha tratado de explicar el misticismo puro del erotismo llamándolo algo así como “pasiones humanas en busca del amor de Dios”, mismas que, por medio del acto sexual, se convierten en la expiación de la carne. Es así como se crea otra corriente mística: la comunión entre el alma humana y lo inasible, mediante el rito sacramental santificado por la iglesia: el matrimonio.

La forma de expresión utilizada por la religión es un lenguaje primitivo, trocado en metáforas mundanas, que usa la figura de Cristo como el Dios encarnado y manipula el deseo sexual como vía para alcanzar el amor divino. Hecho que nos lleva hacia el misterio de la encarnación, instinto natural del ser humano por eternizarse en la divinidad: la reencarnación.
La literatura nos dice otra cosa. En El Cantar de los Cantares, por ejemplo, —como en este Paisaje a Medio Cuerpo—, el erotismo se libera, se exalta como rito erótico en el combate pasional de los cuerpos que se atraen y se repelen, al mismo tiempo, en lúdico proceso amoroso.
Sexo y guerra, fuego de vanidades alimentado por el deseo de dominio; esencia claramente humana de seducir al otro apelando al sometimiento de la pasión por la pasión; místico acto herético hacia la divinización; tránsfuga natural y transición erótica del ser humano en lucha por apagar su propio deseo.
He ahí las dos vertientes místicas de un Todo. Una fundamentada en el Eros luminoso que propone así la consecución del amor de Dios. La otra basada en la naturaleza del ser humano que busca encontrar el amor a través de sí mismo, desde su propia realidad, a partir de la evocación de todo aquello que revela el delicioso ardor del deseo puro y cortesano.
Si el hecho erótico se recrea en el escarceo de los cuerpos, se comprende entonces el ritual que forma parte de la esencia humana, el universo donde se asila Eros en su eterno duelo contra Thanatos: alegoría de la fertilidad, intrínseca batalla compartida donde no hay vencedor ni vencido.
Lo erótico es una condición humana cuya actitud mística conduce a un plano más elevado del simple “estar”. El hombre, mediante el erotismo, intenta “ser”, llenar esa oquedad ancestral que nos habita para encontrar el amor en la divinidad o en la nada: ambivalencia de nuestro propio misterio.
Sin embargo, la lúdica imaginación es incontrolable. A través de ella el hombre desborda su pasión y persigue lo inasible exacerbado por el doloroso trance, no de apagar el deseo —la llama doble, dice Octavio Paz—, sino de avivarlo en el afán de consumirse lenta, flageladoramente en su propio fuego.
El deseo carnal es el profundo símbolo con que se manifiesta el erotismo. Es la manifestación del cuerpo que necesita ser poseído, fustigado —así sea subjetivamente— hasta el límite. Sufrimiento irreprochable que conduce a la adoración, no de un Dios, sino de sí mismo: el Narciso avasallado.
El erotismo es un todo incontenible que aflora, no cuando únicamente nos enfrentamos a un cuerpo tangible u observamos un sugerido sexo que pasa ante nuestros ojos, sino ante cualquier objeto que miramos, tocamos o imaginamos, pues lo erótico se establece tanto en lo visible y palpable, como en lo insinuado.
Toda forma cóncava o convexa, natural o creada por el hombre, nos provoca, consciente e inconscientemente, el tembloroso deseo sexual que nos ha de llevar por el camino del sufrimiento: lúdico proceso pasional que busca no solamente lograr el coito, sino además atrapar la imagen en la libido, transitar en el lento desfogue del ansia que invade el cuerpo tratando de retardar la inminente fuga del deseo para después, ya concluido el asalto, atrapado el objeto, caer en el letargo idealizado de una pantorrilla, un muslo, unos ojos profundos o un sexo que no nos pertenecen —y que justamente deseándolos— para recrearlos eternamente. Acto que se convierte en una sublime emoción, un deseo profundo de poseernos a nosotros mismos.
Por eso el erotismo es liberador y libertario, pues no admite mojigaterías, atavismos o conceptos moralinos embozados de virtud. Siendo esencia naturalmente humana, el acto erótico, que por supuesto es poético, se antepone y supera a toda norma social, moral o religiosa dictada por el hombre.
Hablar entonces de la poesía de Gaspar Aguilera Díaz es disertar sobre la vida y el misterio, con mayor hondura, indudablemente, luego de haberse lanzado, ay, cuántas veces, a esa sima sacramento, a ese vacío interminable que es la existencia —vida y muerte; entrega y abandono; soledad y sufrimiento—, profundidad a la cual se llega, ineludiblemente, solo por la vía del erotismo.
GASPAR AGUILERA DÍAZ

Nació en Parral (Chihuahua), México, el 20 de octubre de 1947. Falleció el 8 de noviembre de 2021. Narrador y poeta. Estudió Derecho en la Universidad Michoacana. Fue Jefe del Departamento Editorial de Pireni; secretario de Difusión Cultural y miembro del taller literario de la Universidad Michoacana; profesor de bachillerato y del Instituto de Romanística en Salzburgo, Austria. Colaborador de Bohemia, Crítica Política, Dosfilos, La Cultura en México, La Semana de Bellas Artes, Plural, Punto de Partida, Siempre!, Tierra Adentro y Unomásuno. Miembro del SNCA. Premio Tomás Valles Vivar 1990, que otorga la Fundación Cultural Chihuahua, por su trayectoria literaria. Premio Tiempo de Niños 1990 y Presea José Tocavén a la Trayectoria Literaria 1992. Premio Estatal Eréndira en 2008.
Obras
Ensayo: Homenaje a José Emilio Pacheco. A veinte años de Morirás lejos (colectivo, Cuadernos del IMIC, 1988). El prisma de Carlos Pellicer (en colaboración con Marco Antonio Regalado y Othón Lara Barba, IMIC/ICOCULT, 1992). Imágenes del viaje. De la literatura, la pintura y la música (Morelia, Jitánfora, 2003). Imago mundi: ensayos sobre literatura iberoamericana (Sahuayo, Universidad de la Ciénaga del Estado de Michoacán de Ocampo / Pelicanus / Sistema Michoacano de Radio y Televisión, 2010).
Novela: Noviembre y pájaros (UAM / Verdehalago, 1999).
Poesía: Informe de labores (Punto de Partida, 1981). Pirénico poemas 1974-78 (IMIC, 1982). Los siete deseos capitales (plaquette, Praxis/Dosfilos/UAZ, 1982). Zona de derrumbe (Katún, 1985). Los ritos del obseso (Premiá/UAZ, El Pez Soluble, 1987). Homenaje a José Emilio Pacheco (Cuadernos del IMIC, 1988). La ciudad y sus fantasmas (UPN, 1992). Tu piel vuelve a mi boca (Joan Boldó i Climent, San Luis Potosí, 1992). Liebe, stadt, und vergessen/El amor, la ciudad y el olvido (Universidad de Salzburgo-Instituto de Romanística, 1994). Diario de Praga (UNAM, El Ala del Tigre, 1996). Poesía de Gaspar Aguilera (Colectivo Artístico Morelia, 1999). Los ritos del obseso. Poesía 1982–1998 (UAM–A/Siglo XXI, Creación Literaria, 1999). Imágenes del viaje. De la Ciudad, la Literatura y la Música (UAS/Ayuntamiento de Culiacán, 2000). Los últimos poemas de Dante (Gob. del Estado de Puebla / Colibrí, As de Oros, 2004). Paisaje a medio cuerpo. Antología de poesía erótica 1977-2005 (Secretaría de Cultura de Michoacán / José Mendoza Lara, 2007). Historia de todas las cosas (Eón, 2011). Coloraturas y silencios (Editorial Lectura, 2011). Presencia del naufragio (Silla Vacía, 2019).
Antología: Un grupo avanza silencioso, antología de poetas cubanos nacidos entre 1958–1972 (2 tomos, UNAM, 1990). Continuación del canto, muestra de poesía michoacana de poetas nacidos entre 1943–1969 (IMC, 1991). Plenitud y fugacidad del encuentro amoroso en la poesía de Octavio Paz (IMCED, 2007). Julio Cortázar. El lenguaje lúdico y la imaginación crítica (Guadalajara, La Zonámbula, 2012). Plexoamérica: Morelia-Valparaíso (Valparaíso, Universidad de Valparaíso, 2013). Breve antología de poesía erótica latinoamericana (Guadalajara, La Zonámbula, 2015). El viaje y sus rituales. Antología del Primer Festival de Poesía 1981 y poetas michoacanos nacidos en la década de los ochenta (Morelia, Secretaría de Cultura de Michoacán, 2016).