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América Latina en la era de la inteligencia artificial
Análisis
Inteligencia artificial: temores y entusiasmo en América Latina

SANTIAGO – La capital de Chile será la sede en octubre de la Cumbre de Autoridades de América Latina y el Caribe para la Ética de la Inteligencia Artificial, con la protección de los derechos humanos y el desarrollo de tecnologías inclusivas como ejes centrales.
Este será el primer encuentro gubernamental de alto nivel la región, a nivel de ministros de Ciencia y Tecnología, sobre la Inteligencia Artificial (IA), un tema que hasta ayer era preocupación exclusiva de los expertos y hoy se presenta como una de las innovaciones más revolucionarias del conocimiento, generando por igual temores y entusiasmos.
Por ahora, la balanza parece más inclinada hacia el miedo por el impacto de la IA en la convivencia social, que perfila riesgos “de extinción similares a los de las pandemias o de una guerra nuclear”, según la declaración emitida el 30 de mayo en Estados Unidos por más de 350 científicos y ejecutivos de empresas directamente ligadas a esta tecnología.
El británico Geoffrey Hinton, exinformático de Google, es el más prominente de los firmantes, no solo por su fama como uno de los gestores de la IA, sino sobre todo como desarrollador de la tecnología de los chatbots que dio nacimiento al ahora célebre ChatGPT, cuyo lanzamiento, en noviembre de 2022 masificó este adelanto tecnológico.
Resulta difícil prever el escenario en que se dará la cumbre latinoamericana y caribeña de octubre, porque las innovaciones en este terreno se ven aceleradas e incesantes. Basta apuntar que ya en marzo de este año se lanzó el GPT-4.
La urgencia de una moratoria
Por eso resultan razonables las demandas de una moratoria en los desarrollos de la IA, como lo planteó un millar de personalidades científicas de todo el mundo en marzo, porque el torrente de aplicaciones y perfeccionamientos tiende a tomar un ritmo incontenible, con el peligro de que no existen “códigos de conducta” para controlarlo o mitigarlo.
La base de la IA está en la combinación de algoritmos capaces de reproducir el proceso de la inteligencia humana. Los chabots son descritos como sistemas de inteligencia artificial generativa, que aumentan su capacidad de entender el lenguaje humano y que además pueden establecer relaciones personalizadas con el usuario.
El Generative Pre-trained Transformer (GPT, en inglés), o sea Transformador Preentrenado Generativo, llevado a la tecnología del chateo, viene a ser así la forma más expedita de masificación de la IA, a partir de las apps o aplicaciones que abren un abanico de opciones para el usuario.
Gracias a estas aplicaciones generativas de la IA no solo se puede jugar ajedrez con la computadora o encargarle la creación de un poema; también es posible pedirle la edición mejorada de una vieja fotografía o encargarle un retrato suministrándole la información básica de la persona.
Junto a estas opciones, que pueden catalogarse de lúdicas, están aquellas que prestan servicios como la búsqueda de parejas sentimentales o eróticas, amistades en áreas de interés común, o la orientación para asistencia psicológica, para lo cual el chabot va compenetrándose de las características del usuario, hasta almacenar un conocimiento profundo de sus gustos, simpatías, hábitos, fortalezas y también debilidades.
Ya se han registrado casos de apps de este tipo que al actuar sobre personas con debilidades psicológicas pueden inducirlos al suicidio. De ahí que la alerta de Geoffrey Hinton y sus 350 colegas apunta a riesgos evidentes asociados a la masificación de estos sistemas de IA con impactos sociales comparables a pandemias o a una guerra nuclear.

Soledad, depresión e impacto laboral
Así la IA aparece como un factor de destrucción de las relaciones humanas, ya deterioradas por el individualismo, y como un elemento de inducción a una soledad camuflada en la interlocución con un robot. Es la materialización de la profecía de la película Her (Ella), de 2013, cuyo protagonista se enamora de su invisible asistente de IA y cae en depresión cuando ella le cuenta que atiende simultáneamente a cientos de usuarios.
Los riesgos de la IA se vinculan igualmente a la multiplicación de la capacidad de generar noticias falsas e incidir en la conducta de los votantes, cuestión en que ya se conocen los casos del estadounidense Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro. Está también el terreno propicio para las estafas y otros ciberdelitos, así como la creación de plataformas para el tráfico de armas, de drogas y personas.
Y está también el impacto laboral. La robotización más elemental ha provocado la pérdida masiva de empleos, sobre todo en los países industrializados, acompañada del deterioro de los sistemas de asistencia social. Contrariamente a la utopía marxista del siglo XIX, el avance científico y tecnológico del siglo XXI no se traduce en el reemplazo del trabajo enajenado por el ocio productivo.
“En materia de IA el miedo no es un buen consejero”, sostiene la viceministra de Ciencias de Chile, Carolina Gainza, que resalta sobre todo las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para el mejoramiento de las políticas públicas, sobre todo en las áreas de la salud, la educación y el medio ambiente.
El 19 de abril, tras una reunión con investigadoras e investigadores, Gainza apuntó a definir una estrategia como país para avanzar “hacia una Inteligencia Artificial que integre o tenga presente una perspectiva de derechos, que apunte hacia la igualdad, la inclusión y una participación en la toma de decisiones, donde las políticas públicas estén al servicio de una IA que tenga marcos éticos”.
En Brasil, considerado el país latinoamericano más avanzado en el desarrollo de la IA, el Senado analiza un proyecto para su regulación, que tiene elementos de control, gobernanza y protección de las personas, además de un énfasis especial en potenciar la atención de salud, resguardando los derechos de los pacientes y el derecho médico.
En Argentina se planea aplicar la IA en una elección provincial en junio a título experimental, como un ensayo para agilizar los escrutinios, mientras en Costa Rica el gobierno ha establecido un canal de cooperación entre el ministerio de Ciencias y la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), para la elaboración de un marco legal.
IA y derechos humanos
Una preocupación en organizaciones latinoamericanas de la sociedad civil es impedir aplicaciones represivas de los instrumentos de la IA, con métodos como el reconocimiento facial o la violación de la privacidad a través de la apropiación de datos.
En marzo, Montevideo fue la sede de una vasta reunión de representantes de instancias académicas y sociales sobre la IA, sus efectos y sus desafíos. La declaración final del encuentro marcó los aspectos cruciales que deben acompañar su aplicación.
“Las tecnologías en general y los sistemas de Inteligencia Artificial (IA) en particular deben ser puestas al servicio de las personas. Mejorar la calidad de vida, las condiciones laborales, económicas, de salud y de bienestar general deben ser nuestra prioridad”, dice el primer punto de la Declaración de Montevideo.
Cumplir con los principios rectores de los derechos humanos, no dañar a las personas y minimizar el impacto ambiental, establecer un correlato entre la mejora en la productividad con las condiciones de trabajo y la calidad del empleo, respeto a la diversidad cultural, incorporar las particularidades de las culturas regionales y fortalecer la soberanía de los países en las cuestiones estratégicas y regulatorias de la IA, plantea también la declaración.
Antes de la cumbre gubernamental de octubre en Santiago, se espera que la Unión Europea apruebe una ley comunitaria de regulación de la Inteligencia Artificial, cuyas propuestas seguramente darán una pauta para las decisiones latinoamericanas y caribeñas.
Las chicas y la inteligencia artificial
Opinión
Las chicas redibujan el futuro de la inteligencia artificial
Este es un artículo de opinión de Diana Gutiérrez, gerente del Programa Mundial del PNUD sobre Empresas para la Igualdad de Género

NACIONES UNIDAS – Hace unas semanas celebramos el Día de las Niñas en las Tecnologías de Información y la Comunicación (TIC) y vale preguntarse cómo podemos seguir moviendo la aguja de la igualdad digital para que más mujeres de las 259 millones que hoy están desconectadas puedan conectarse y convertirse en creadoras y no solo beneficiarias en la economía digital.
Las tecnologías digitales han impregnado prácticamente todos los aspectos esenciales de nuestras vidas. Desde las noticias que escuchamos a primera hora de la mañana, hasta los deberes escolares y la conexión con nuestros amigos y familiares.
Solo unos días después de su lanzamiento, ChatGPT tenía más de un millón de visitantes y ahora atrae a cerca de 100 millones de usuarios mensuales.
Hace unas semanas, un grupo de líderes de la industria escribió una carta abierta para detener temporalmente el desarrollo de la IA durante al menos seis meses. Argumentan que las tecnologías de inteligencia artificial (IA) deben desplegarse bajo marcos reguladores estrictos, ser públicas y verificables, al igual que se desarrollan y lanzan al mercado los medicamentos y las vacunas.
No cabe duda de que la IA y el aprendizaje automático son un arma de doble filo.
Por un lado, estas tecnologías pueden ayudar a combatir el cambio climático.
Agronovate, en Nigeria, diseñó un dispositivo de almacenamiento inteligente que mantiene frescas frutas y verduras. En Marruecos, Atlan Space utiliza IA para pilotar drones que recogen datos y realizan misiones de vigilancia para seguir la pista de delitos medioambientales. Mientras, en la región del Sahel, los pastores utilizan la IA y los datos por satélite para alimentar al ganado con un sistema de vigilancia pastoral.
La IA también está luchando contra el retroceso de la igualdad de género.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está utilizando algoritmos basados en IA en Uruguay, Filipinas, Uganda y Colombia, para rastrear los medios de comunicación social, vigilar el discurso de odio de género y enviar señales a los gobiernos y organizaciones de la sociedad civil.
Se trata de proteger a las defensoras de los derechos de la mujer, a las mujeres políticas y a las periodistas, que cada vez sufren más ciberacoso y otras formas de violencia digital, como el doxing (revelación de datos personales para hacer daño), el troleo (mensaje ofensivo) y el flameo (ataque verbal en línea),
Pero la IA también tiene un lado oscuro que puede agravar las desigualdades y causar daños, sobre todo a las mujeres. Las mujeres están cada vez más expuestas y atrapadas por la IA que produce falsificaciones profundas o imágenes digitales y audio que son artificialmente alterados o manipulados por la IA y el aprendizaje profundo para hacer que alguien haga o diga algo que en realidad no hizo o dijo.
Las consecuencias pueden ser devastadoras. A principios de marzo, cientos de anuncios de deepfake (imágenes falsas y maliciosas) sexuales inundaron Facebook e Instagram utilizando el rostro de Emma Watson, actriz británica y defensora de los derechos de la mujer.
Es innegable que los sesgos de género son reproducidos por las tecnologías de IA cuyos algoritmos son entrenados por programadores sesgados y moldeados por normas sociales discriminatorias, y esto puede tener resultados adversos, por ejemplo, cuando las mujeres solicitan créditos que se conceden con aplicaciones de puntuación de créditos basadas en IA, o cuando solicitan un puesto de trabajo que suelen desempeñar los hombres.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
Para bien o para mal, la IA marcará el futuro de nuestro mundo y no solo tenemos que aprovechar su poder, sino también asegurarnos de proteger a los más rezagados de posibles efectos adversos.
He aquí algunas pistas para lograrlo.
En primer lugar, necesitamos marcos legislativos y reguladores sólidos capaces de exigir responsabilidades a las grandes empresas tecnológicas.
En segundo lugar, las empresas tecnológicas deben comprometerse aún más a abordar la incitación al odio y la violencia de género y a mantener sus plataformas seguras para todos. En todo el mundo, 38 % de las mujeres -es decir, casi una de cada cuatro- han sufrido violencia en línea. Las estadísticas son terribles y las grandes empresas tecnológicas, como Google, Amazon, Apple, Meta y Microsoft, deben ser más responsables y rendir cuentas.
En tercer lugar, el diseño de los productos digitales, incluidos los algoritmos basados en IA y la forma en que se entrenan, debe ser igualitario desde el punto de vista del género y guiarse por los principios de la ética digital. Las tecnologías deben diseñarse con los usuarios y abordar la privacidad y la seguridad, garantizando que todas las personas, pero especialmente las mujeres y las poblaciones marginadas por motivos de género, estén protegidas en los espacios digitales.
Y en cuarto lugar, necesitamos más diversidad en la industria tecnológica. Las grandes empresas tecnológicas están avanzando lenta pero constantemente en el aumento de la participación de las mujeres, no solo en la escala profesional, sino también en las funciones técnicas. Las grandes empresas tecnológicas mundiales, en promedio, alcanzaron casi el 33% de representación femenina general en sus plantillas y 25% en puestos técnicos en 2022. Aún queda mucho camino por recorrer.
La innovación digital puede cambiar realmente las reglas del juego en nuestro mundo moderno y hay mucho potencial y talento femenino ahí fuera para darle la vuelta al guión. Las jóvenes innovadoras ya están ayudando a redibujar el futuro de la IA con soluciones que abordan los problemas más acuciantes de la actualidad.
El PNUD cree firmemente que, ahora más que nunca, las fundadoras de empresas tecnológicas necesitan apoyo personalizado, programas de aceleración específicos y un mayor acceso al capital. Por eso apoyamos a miles de mujeres de todo el mundo con programas emblemáticos como el Programa de Mujeres Árabes Innovadoras o el Programa BOOST de Mujeres Innovadoras en Europa y Asia Central.
Vea algunas de las historias más asombrosas de jóvenes mujeres innovadoras apoyadas por el PNUD que están liderando el campo de la IA para el bien.
Samar Hamdy (Egipto), cofundadora de DevisionX y desarrollador de Tuba. ai, una plataforma para etiquetar, entrenar datos y desplegar aplicaciones basadas en IA con cero código; Mariam Torosyan (Armenia), la directora ejecutiva y fundadora de SafeYou, una aplicación móvil diseñada para reducir la violencia de género mediante funciones de seguridad y comunidad.
También las de Sara Saeed (Pakistán) , directora general y cofundadora de Sehat Kahani, una plataforma de telesalud que conecta una red de profesionales de la salud predominantemente mujeres con los pacientes mediante una aplicación de telemedicina que permite la consulta médica en tiempo real e instantánea por chat/audio/vídeo, el diagnóstico electrónico, la farmacia electrónica y el asesoramiento sanitario; o Salua García (Colombia), cofundadora de Symplifica, un emprendimiento tecnológico con una aplicación móvil que facilita la formalización de las trabajadoras domésticas.
Sigamos apoyando a las chicas en las TIC, esas jóvenes innovadoras que están redibujando el futuro de la IA y acercando la igualdad digital.
Diana Gutiérrez es gerente del Programa Mundial del PNUD sobre Empresas para la Igualdad de Género y Líder Global de Género y Digital.
Inteligencia artificial: escritores y editores
Inteligencia Artificial: escritores y editores
«Que nadie se llame a engaño ni albergue falsas esperanzas. La IA irrumpirá con fuerza en el terreno artístico/creativo, limitado hasta ahora al genio humano»
09 de febrero de 202303:30
Ilustración de Erich Gordon.

Ya está aquí. La Inteligencia Artificial, IA, coloso o monstruo según se mire, apenas ha enseñado la patita por debajo de nuestra puerta y todo parece haberse revolucionado. En el mundo editorial, también. Durante estas últimas semanas hemos conocido las hazañas, aparentemente portentosas, de ChatGPT, un programa inteligente que redacta, con velocidad pasmosa, informes, estudios y artículos, al tiempo que supera las pruebas y exámenes de exigentes universidades y escuelas de negocios. Y si esto lo logra el primer fogonazo de IA, ¿qué no conseguirán los modelos avanzados que conoceremos dentro de cinco o diez años? Por lo pronto, el tenaz Google apuesta por su propio producto Anthropic para competir con ChatGPT y anuncia una inversión de 350 millones en su desarrollo y mejora. Todo apunta a que los sistemas inteligentes de escritura alcanzarán unos niveles increíbles a día de hoy. Nos guste o no, es más que probable que los sistemas inteligentes igualen o superen pronto la capacidad humana en lo que la escritura se refiere.
Al igual que ocurre con otros muchos oficios y sectores, escritores y editores debemos entonces preguntarnos. ¿Qué será de los oficios editoriales? ¿Desplazará la IA a los escritores? ¿Publicaremos obras de IA con pseudónimo humano? ¿Qué futuro tendremos los editores y las editoriales?
Esas preguntas básicas no son fáciles de responder, una vez comprobada la altísima capacidad de la IA. El consuelo fácil, cómodo y motivador sería contestar que la IA nunca podrá superar la creatividad y sensibilidad de la escritura humana. Pero mentiríamos entonces. La IA ya nos sorprende y, seguramente, sus creaciones serán del todo indistinguibles de las netamente humanas. Pensábamos que la digitalización sólo sustituiría el trabajo humano en los trabajos mecanizables y repetitivos, pero ya se atreve con oficios artísticos y de conocimiento, lo que obligará al sector cultural en su conjunto, y al editorial en particular, a adaptarse al nuevo ecosistema creativo hombre/máquina, en el que los productos de la IA convivirán con los netamente humanos. ¿Ciencia ficción? No, simple constatación de la realidad que ya habita entre nosotros.
Recientemente participé en un debate entre editores, organizado por la agencia de conferenciantes y agencia literaria Thinking Heads. Virginia Fernández -Random House-, Roger Domingo de Deusto –Planeta-, y quien escribe estas líneas -de la mucho más modesta Almuzara– reflexionamos sobre el futuro de la edición en su preciosa sede de la calle Velázquez de Madrid, abrazados por cartas manuscritas de pensadores, científicos y escritores, pues no en vano su fundador Daniel Romero-Abreu es un destacado bibliófilo. Ante un público, interesado e inteligente, de escritores y conferenciantes, desgranamos algunos de los principales retos de la industria editorial, en la que la irrupción de la IA adquirirá un protagonismo creciente y determinante.
Mucho va a cambiar la industria cultural, como veremos. ¿Podrán los sistemas inteligentes pintar, componer, escribir o producir películas de animación? La respuesta es, sin duda alguna, sí. Lo harán. Y lo harán muy bien, además. Por ejemplo, causa asombro la IA MusicLM, que compone música a partir de pocas indicaciones. La calidad de sus obras, indistinguibles de las humanas, sorprenden a los músicos y expertos que han tenido acceso a sus creaciones. Por ahora, debido entre otros a los posibles problemas derivado de la propiedad intelectual, no se ha abierto al uso público. Pero pronto lo hará y cualquier persona podrá «crear» música a partir de pocas indicaciones. Que nadie se llame a engaño ni albergue falsas esperanzas. La IA irrumpirá con fuerza en el terreno artístico/creativo, limitado hasta ahora al genio humano.
«Nos guste o no, conviviremos con productos de la IA de manera progresiva»
Siento no compartir la opinión de quienes confían en que la creatividad humana y su originalidad artística será capaz, por siempre, de derrotar a la pérfida máquina con alma de silicio, eficaz pero insensible. La genialidad humana convivirá/competirá/colaborará con la IA, al menos durante un tiempo. Si más adelante se produjera la singularidad –explicaré el palabro más adelante– otro gallo nos cantaría. Pero, por ahora, nos guste o no, nos motive o nos aterre, conviviremos con productos de la IA de manera progresiva y creciente.
Y, ¿qué pasa con la escritura? Pues lo mismo. Que, también, la IA es realmente potente a la hora de redactar textos, al punto del pasmo. En décimas de segundo pueden leer infinidad de documentos y extraer su información, lo que nos llevaría a cualquiera de nosotros años de arduo trabajo. Los sistemas inteligentes son capaces, a nuestra petición, de extraer información del ciberespacio, sintetizarla, estructurarla y redactarla de manera lógica y comprensible. También puede conocer, por su rastreo de redes sociales y millones de otros rastros digitales, lo que interesa, preocupa, emociona o irrita a la sociedad actual. Incluso, por determinadas métricas, podrá anticipar tendencias, lo que le permitirá componer artículos o libros que realmente nos interesen o emocionen.
A buen seguro, nos parezca inspirador o aberrante, la IA también podrá escribir libros, tanto de ficción como de no ficción. Y lo hará bien, como decíamos, pues dispone de millones de textos para aprender de los mejores, tanto en fondo como en forma. Y como nos conoce mejor que nosotros mismos, sabrá que teclas emocionales debe tocar para que su obra nos subyugue. Y, en conjunción con escritores, creadores o editores, podrá adquirir una voz singular, con un estilo propio, arriesgando y anticipando. Algunas voces critican su lenguaje impersonal, vacuo, pero es que, a buen seguro, está así programada. Pronto tendremos modelos de escritura con distintas jergas y estilos, o, directamente, imitando al del escritor que admiramos. No despreciemos, pues, el potencial de la IA y preparémonos para el escenario en el que tendremos que habitar… y sobrevivir.
¿Significa todo ello que los escritores desaparecerán? No, en absoluto. Significará que tendrán, tendremos, que convivir -utilizar- cooperar-competir con los diversos sistemas digitales, al igual que ocurrirá con los editores y con el conjunto de los oficios editoriales. Ya existen, por ejemplo, sistemas avanzados de traducción, de diseño de portadas, de redacción de contraportadas, de corrección de textos. Su uso, aún escaso, irá adquiriendo mayor peso a medida que avancen y perfeccionen. ¿Significa esto que traductores, correctores, diseñadores, maquetadores, portadistas y editores de mesa perderán su puesto de trabajo? Creemos que no, aunque tendrán que adaptarse a profundos cambios en su forma de hacer y en la propuesta de valor de su trabajo, al igual que ocurrirá con la de escritores y editores.
«La realidad editorial y su contexto profesional va a cambiar notablemente»
Los sistemas inteligentes pueden servir de herramienta a los creadores humanos. De hecho, diseñadores gráficos y portadistas usan con cierta frecuencia sistemas inteligentes –Midjourney, por ejemplo- como apoyo a su obra, al igual que incorporaron, hace tiempo ya, herramientas más primarias como el Adobe InDesign. Los oficios editoriales –correctores, maquetadores, portadistas, diseñadores– tendrán que adaptarse a la nueva realidad que configura las posibilidades de la IA, sobreponiendo su propia capa de valor, calidad y personalidad sobre la creación digital. Pero preparémonos todos, porque con la irrupción de la IA, la realidad editorial y su contexto profesional van a cambiar notablemente, sin que podamos, todavía, delimitar formas y límites.
Los escritores tendrán futuro, en función de su calidad y originalidad. Lo importante será la propia subjetividad, la visión singular, la particular forma de ver, opinar y escribir de cada autor. Por eso, el nombre propio adquirirá aún mayor importancia. No sólo nos interesará lo que se escribe, sino que, de manera creciente, quién lo escribe. La mismidad de la creación humana será valorada por editores, libreros y lectores, sin que ello signifique la renuncia a las creaciones IA.
A buen seguro, pronto saldrán a librerías libros escritos por IA, probablemente ateniéndose a los arquetipos de los géneros más repetitivos. El editor que lo lance, en su caso, lo publicará probablemente bajo pseudónimo humano. O sea, que el comprador y lector del libro no diferenciará de si fue escrito por mano humana o por programa digital. Serán frecuentes los textos escritos en colaboración humana e IA, los primeros creando y matizando personales, valores y tramas y corrigiendo posteriormente el texto, mientras que la IA aportará ideas, guiones y desarrollos de texto.
Nos tendremos que acostumbrar, pues, a trabajar con contenidos netamente humanos, con otros mixtos y, también, con los puramente IA. De todo habrá en la viña del Señor. Como editores, podríamos establecer que sólo las obras humanas figuren en nuestro catálogo, una alternativa digna de estudio y valoración. Pero nos resultará del todo imposible el comprobar si el escritor usó, o no, sistemas inteligentes en la redacción de su obra, sea de ficción o no de ficción. Algunas revistas científicas ya han advertido que revisarán los textos para tratar de evitar el «copia y pega» de productos IA, ya veremos si lo consiguen. Otras voces piden que los sistemas inteligentes sobrepongan una especie de marca de agua digital sobre sus creaciones, a fin de que pueden ser identificadas y, en su caso, rechazadas. Ya veremos en qué queda todo esto. Por lo pronto, se abrirá un gran debate en torno a los derechos de propiedad intelectual. ¿A quién pertenecen? ¿Al algoritmo? ¿A la empresa que lo creó? ¿Al escritor que trabaja con ellos y presenta la obra? Son muchas las preguntas que quedan en el aire y que las normas, los jueces y el sentido común tardarán un tiempo en responder todavía.
«No posee, todavía, iniciativa ni voluntad propia, ni, menos aún, autoconciencia»
Pero mientras la nueva realidad se asienta, mantengamos los ojos bien abiertos y el ánimo presto. La Inteligencia Artificial que ahora nos deslumbra es todavía, permítaseme, una inteligencia tonta. Se limita, eficientemente, eso sí, a cumplir nuestras órdenes. No posee, todavía, iniciativa ni voluntad propia ni, menos aún, autoconciencia. El instante en el que la Inteligencia Artificial tome conciencia de sí misma, es decir, adquiera personalidad y voluntad propia, se conoce como singularidad. ¿Se producirá esta singularidad? Existe división de opiniones. Para una mayoría de científicos se trata de algo imposible, mientras que otros opinan que es inevitable que se produzca en un momento no demasiado lejano, con todo lo que ello conllevará, incluidos grandes riesgos para nuestra propia especie.
Y es que, al fin y al cabo, la IA es hija de nuestra inteligencia, por tanto, de alguna manera, también es humana. La inteligencia es algo que todavía no logramos comprender demasiado bien. Podrá tener soporte humano o soporte digital, bien sea éste consciente o inconsciente. Si se produjera la singularidad, una inteligencia artificial podría gestionar su propia editorial, con su particular gusto en la selección de temas o autores. Y, mientras se produce, podríamos encargarle la dirección de una colección, por ejemplo. Probablemente nos indicaría los mejores autores y los temas más adecuados. Un lío, vamos. ¿Estaremos cebando nuestro propio fin? No lo sabemos, creemos que no. En todo caso, al menos en la versión papel y por un tiempo, la editorial tiene el control de la distribución física a librerías, una barrera de entrada frente a la pura edición IA. Pero si se impusiera el formato POD, impresión a la demanda, esa barrera se desmoronaría y la editorial IA podría llegar al lector también en papel, no sólo bajo formato digital.
Muchas son las dudas, ciertos los temores, inseguras las esperanzas. Pero, salvo catástrofe, la evolución continuará imponiendo sus leyes férreas y deterministas y la IA avanzará, entre otras cosas porque nos resultará del todo imposible dejar de alentarla. Sobrevivirán los que mejor se adapten a estos futuros escenarios de esperanza y terror.
Pronto descubriremos que tras un rutilante bestseller internacional se ocultaba, embozada, la IA. Y es que, a buen seguro, a los humanos nos gustarán muchas de las creaciones IA. Pero, una vez producida la singularidad, ¿le gustará a la IA alguna de las creaciones artísticas humanas? ¿Se emocionará con ellas? Quién sabe…
Y, para finalizar, le dejo abierta una pregunta. ¿Habrán sido escritas estas líneas por algún algoritmo inteligente?
Pues eso. Arrieritos somos y en el camino nos encontraremos.
La novela negra
¿CUÁL ES LA ESTRUCTURA DE UNA BUENA NOVELA NEGRA?
3 MAYO, 2023 ・HERA EDICIONES | ASESORAMIENTO Y REPRESENTACIÓN LITERARIA


¿Cuál es la estructura de una novela negra? Si te gusta la novela policial, no dejes de seguir leyendo. Vas a descubrir cómo escribir tu libro policial, con el fin de que sea atractiva para tu lector y que desee seguir leyendo hasta el final.
¿Por dónde comenzar? Sin duda, por el inicio, no puede ser de otro modo.
En este género lo más habitual es que el asesinato aparezca al principio. Si bien a veces sí será necesario que plantees antes las circunstancias que llevan después al acto delictivo (el porqué de la muerte, por ejemplo). Es decir, que primero pongas al lector en antecedentes para que comprenda toda la acción que va a venir después.
Así, se trata de que sitúes al lector para que entienda bien los antecedentes y algunos de las razones de la situación que después plantearás, durante la muerte y la investigación.
Sin embargo, no se debe retrasar mucho el asesinato para no perder la atención y el interés del lector.
ESTRUCTURA DE UNA NOVELA NEGRA
Para crear una buena novela de género negro que guste a tus lectores desde el inicio, sigue estos 7 recursos narrativos:
1. Debes hacerle ver al lector que el asesinato va a ser cometido.
¿Cómo conseguirlo? Creando una atmósfera adecuada, por ejemplo. O jugando con el misterio y con el ritmo. Así mantendrás atento al lector y e irá descubriendo poco a poco que la muerte está próxima.
2. Puedes hacer que exista un primer intento de asesinato fallido.
Es decir, que antes del asesinato, la víctima pase por una situación parecida.
¡ATENCIÓN ESCRITOR DE NOVELA NEGRA!
INCLUYE MÁS DE UN CRIMEN…
3. Para trabajar la estructura de una novela negra, puedes hacer que haya un crimen menor previo al gran asesinato.
Es decir, que la víctima principal no muera al comienzo de la novela. Se trata de que vayan «cayendo» otros personajes de menor rango que el protagonista.
Eso sí, en este caso tienes que jugar muy bien con el modo de presentar tanto el inicio como el nudo de la investigación. Especialmente para que el esquema no se repita constantemente y aburras a tu lector.
Por ejemplo, si mueren dos personas antes que la víctima esencial, dales el rango que le corresponde. Y que el modo de descubrir los cadáveres no sea el mismo en ambos casos. Tienes que variar el formato y el esquema y manejarlos muy bien.
LAS AMENAZAS Y EL HUMOR, IMPORTANTES
4. Puedes hacer que existan diferentes amenazas que se ciernen sobre el protagonista.
Ya estemos hablando del investigador, o de la víctima.
Lo que vas a conseguir con ellas es que el lector siempre se mantenga en tensión. Pensará «¿Y ahora qué le va a ocurrir?».
5. No dejes de lado el humor.
Todos conocemos títulos de novelas negras donde el humor o la ironía estás presentes (como algunas de las obras de Eduardo Mendoza, por ejemplo). Sin duda, son un elemento que le aporta una buena dosis de interés a la novela.
Pero no olvides que si juegas con este recurso, tienes que justificarlo. Desde el punto de vista de la historia, de los personajes, de las acciones que ocurren. No se trata de que incluyas chistes fáciles. Cada uno de los elementos de la novela ha de estar plenamente alineado con el humor.
Por ejemplo, puedes preguntarte si el detective podría ser gracioso o hacer comentarios recurrentes. Si podrías situar a la víctima en situaciones hilarantes. O si alguna de las acciones podría causar risa en el lector. O lo que es lo mismo, incluye el humor solo si la historia la planteas para que genere una sonrisa en el lector.
¿Y QUÉ SUCEDE CON LOS ESCENARIOS?
6. No te olvides de describir un contexto y un escenario de una manera interesante.
El ambiente y la atmósfera en los que la historia se desarrolla son importantísimos para que la trama sea creíble. Pero también para que tu lector pueda «imaginar» y «ver» al mismo tiempo que lee.
Eso es precisamente lo que debes conseguir, que tus lectores se metan de lleno en ese ambiente que has creado, que les estás contando. Este será el que serán capaces de recrear en sus mentes. Además, ya sabes que jugando con los escenarios también puedes crear tensión en la historia.
7. Haz que los posibles sospechosos tengar riñas y discusiones entre sí.
Así, no solo le darás más hundura a la novela, sino que al mismo tiempo caracterizarás a los personajes. De este modo, el lector sabrá cómo son los «malos», qué sienten, qué les preocupa. En cierto modo humanizarás a los personajes.
Y por último, y como una última pincelada:
En este tipo de historias el recurso más utilizado por los autores clásicos es lo que se conoce como el misterio de la habitación cerrada. Es decir, ubicar el asesinato en escenarios cerrados en los que parece imposible que alguien haya podido entrar para cometer el asesinato.
CONCLUSIONES
A partir de ahora escribir una buena novela negra te resultará más sencillo con estos 7 recursos clásicos.
Además de mantener la estructura clásica con un inicio, un nudo y un desenlace, no hay duda de que puedes conseguir que la investigación y la muerte tengan aún más peso para el lector. ¿Cómo lo conseguirás?
Pues apostando por la inclusión de algunas notas de humor, por ejemplo. Estas suelen funcionar muy bien para «refrescar» la historia cuando estamos hablando de una trama oscura y farragosa, por ejemplo.
O humanizando a los «malos» a través de sus diálogos, de su modo de hablar, de sus discusiones.
También describiendo con detalle los espacios o los lugares en los que la acción transcurre. De este modo el lector podrá «ver» a la vez que lee, lo que te aseguro que es importante para que haga suya la historia.
Y qué importante es igualmente jugar con los tiempos. Por ejemplo, introduce más de un asesinato o incluso apostando por falsas tentativas de muerte. Toda una forma de mantener la atención del lector, palabra.
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